Cuevas Balcones de Piedad
Un entorno incomparable

Cascamorras en Baza y Guadix: Una tradición legendaria.

26 marzo, 2016

Cuenta la tradición, que es otra forma de historia, en la que se mezcla, como en la mitología, verdad y fantasía; que en los meses posteriores a la toma de Baza por las fuerzas de Fernando el Católico

y ya en la reconstrucción de una abandonada ermita mozárabe ,que fue utilizada como cárcel por los musulmanes, se escuchó, como de  entre la nada, una voz que gritaba» piedad» y así parece que lo hizo por dos o más veces , hasta que uno de los obreros que trabajaban en ese entorno y nativo de la ciudad de Guadix , llamado ya  para la historia, Juan Pedernal, se percató que allí, en el suelo, entre piedras había una talla de una virgen con un niño.  Quedó muy cerca de romperla, porque con el pico rozó su cara y le rasgó la mejilla, de ahí sus gritos de «piedad».

El tumulto fue enorme, ya que eran muchos los obreros que allí se encontraban, unos de Guadix y otros de Baza y claro, el deseo del descubridor era que la imagen se fuese con él a su pueblo, pero los bastetanos no estaban por esa labor, ni mucho menos, aduciendo que el lugar marcaba el derecho de propiedad.
   Al poner la talla de la Virgen, llamada a partir de entonces de la Piedad, en una carreta y pretender llevarla hasta Guadix, los bueyes se negaron a moverse, con lo que la sabiduría popular dedujo que la virgen quería que ésta ermita fuese su destino. Y ahí sigue 525 años después.
   De aquí parte la historia del Cascamorras, como todos lo conocen ahora, o Cascaborras, tanto da, que fue un personaje, al parecer contratado por la ciudad de Guadix con la idea de traerse la imagen para sí mismos, algo que nunca consintieron los bastetanos, que lo recibían con todo tipo de artilugios para impedirlo.
 Eran tiempos nada parecidos a estos que nos movemos, o sí, pero lo cierto es que entonces los recibimientos anuales al Cascamorras eran de todo tipo, menos afectivos; sin embargo él repetía todos los años, amparado por una porra atada a un palo con un cordel y en ese extremo una vejiga llena de serrín o algo similar con la que golpeaba a los intrépidos que se le acercaban.
 La leyenda sigue contando que si Cascamorras llegaba impóluto a la ermita de la Virgen, se podía llevar la imagen a su pueblo. Algo imposible de los imposibles.
   Nunca en 525 años, se acercó a más de un metro de los aproximadamente 3 kms que hay de trayecto,y que no tuviese su colorido y hermoso traje, sucio de carbón mezclado con agua.
  Cascamorras, y tal como comenta el antropólogo Demetrio E. Brisset Martín en su estudio «El encierro del Cascamorras. Análisis de las fiestas de Granada» es una de las fiestas más singulares de toda España, por muchas razones.
    Hoy es Fiesta de Interés Turístico Internacional y se agolpan muchos miles de visitantes para contemplar una explosión estética y por qué no, religiosa, y excepcional. Se celebra el 6 a la ida en Baza y el  9 de Septiembre a la vuelta de vacío en Guadix. Donde , de nuevo, desilusionados, los accitanos lo trasiegan y vuelven a pintar. Por muchos años.
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